lunes, 11 de mayo de 2009

Reflexiones de un hipócrita

Nuestra sociedad se mueve y se rige por un sistema de valores que determina cuan importantes son nuestras preocupaciones. El valor que le damos a determinadas situaciones y/o necesidades de nuestra vida vienen condicionados por nuestro nivel de bien estar, algo que, para nosotros primer mundistas, es lógico y natural.

Ese bien estar está a su vez claramente condicionado por el funcionamiento y la estructura base del sistema en el que vivimos. Nos movemos dentro de una normas que garantizan, a priori, nuestra supervivencia haciéndonos olvidar, como consecuencia, lo más importante de la vida: LA VIDA misma.

Vivimos dando por hecho que vivimos, el principio de nuestro egoísmo. Dejamos de darle a la vida el valor que merece y anteponemos el “yo” sobre cualquier otra cosa. Convertimos la mayor parte de nuestras experiencias negativas en problemas o preocupaciones al que le damos un valor de carácter vital aún habiendo pasado por ellas una y otra vez. Sólo importo yo, y mis problemas son los únicos que importan.

Vivimos en un mundo en el que el 80% de la población "vive" con menos de 1€ al día, en el que 24.000 personas mueren de hambre cada 24 horas y otros cientos de miles lo hacen por enfermedades, muchas de ellas curables. Y aún sabiendo esto, le damos más importancia a las palabras de un político el cual, lo último que está haciendo cuando habla, la mayoría de las veces, es pensar en ti y tu bien estar y no hablemos ya del consumismo puro y duro del cual soy y somos participes casi ya por instinto.

Nos hemos acostumbrado a vivir en el sistema del egoísmo y creemos que es lo natural y lo normal. De la misma forma, vemos normal que millones de personas mueran de hambre al año pero nos escandalizamos al ver un pezón por la televisión.

Pero, es lo normal.

Es normal que cientos de multinacionales y gobiernos exploten a los países más necesitados hasta ahogarlos en la pobreza y su consecuencia, la muerte.

Es normal vivir a costa de la muerte, así es nuestra sociedad y es algo por lo que incluso luchamos y protegemos ya que nadie quiere salir de su mundo de comodidades.

Gobiernos, economías, religiones, todas y cada una de ellas viven a costa de la muerte de millones y nos da igual, las seguimos ciegamente porque así nos han educado, como no, si nos hubieran educado a pensar en un mundo más justo estarían enseñándonos a matarlas.

La competencia es lo importante, ser más que alguien es lo importante, yo soy más importante, la VIDA no.

Pues nada, pisémonos los unos a los otros y que sea lo que… lo que… lo que yo y nadie más quiera.

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