martes, 12 de febrero de 2008

Respiro el alma de la montaña



Respiro el alma de la montaña en cada bocanada... me encanta ver como sale bao cuando respiro...me recuerda que estoy vivo, que soy de sangre caliente, que soy parte del entorno y que nunca dejo de interactuar con todo lo que me rodea. Respirar y observar como y cuando respiro me recuerda lo precioso que es vivir.
Y quizás sea debido a la altura a la que de golpe sometemos al cuerpo al subir a la montaña... pero hacerlo siempre parece una aventura; tanto fisicamente como de una forma mucho más interior.
La montaña me transmite paz y cobijo.
En su majestuosidad hay lugar para mi... entre sus rocas, vientos, arboles y nieves adorno su piel asi como mi pelo, ropa (...) adornan la mia.
Quizas todo esto suena muy a mariconada, pero es que llegar a la montaña me proporciona la paz que muchas veces busco y nunca encuentro en otros sitios.

Se dice que tan solo en las cotas mas altas de las montañas más altas del mundo y en medio de los oceanos mas profundos e inmensos, se puede escuchar el silencio. Realmente no creo que esto sea así... sino que simplemente nos abruma en demasia escuchar el sonido que hace el mundo bajo nuestros pies... preferimos calficarlo como silencio para sustituir ese sonido por LA NADA y quitarle importancia.

Allí estaba yo, escuchando a la montaña en el pico más alto de la peninsula española... y entre hielo y viento encuentro paz.



Vale la pena mi fortuna y la de cualquier persona regalarse esos momentos. Desconectar unos dias del trafico, trabajo, estudios, familia... y preocuparse tan solo de deslizarse por las venas más milenarias sobre las que jamas podremos caminar.
La montaña no nos regala libros, ni dinero, ni fortuna... la montaña sabe regalarnos lo que nadie puede, y eso es encontrarnos a nosotros mismos tal y como somos, INSTINTIVOS. Movidos solo por una causa, la vida. Hacia ningún lado en concreto más que al devenir del pensamiento.

Junto a la nieve, el sol, el viento, el hielo, las rocas, los arboles... encuentro mi hogar... pero solo por unos dias. Despues siempre recuerdo que soñar nunca fue una cosas eterna y que dura lo que dura el despertador en sonar.
Y aunque en mi piel quedan quemaduras que me recuerdan que aún permanecen en mi sus marcas, tendré que esperar hasta poder verla otra vez cuando vuelva a soñar.

Nos vemos en granada!