domingo, 30 de mayo de 2010

PRIMAVERA

“Pobre de mi”, pensaba el chaval mirando al cielo nublado, oscuro... llovía.

- No he tenido ,digamos, lo que se dice "suerte" con las mujeres, no salgo de fiesta tanto como mis amigos, no tengo dinero para comprarme nada, no puedo viajar tanto como querría, no me va demasiado bien en clase, odio vivir tan lejos de todo y no poder estar con los colegas cuando quiero, no me gusta la imagen que me devuelve el espejo, quizá sean los granos, o que no se me notan los abdominales inferiores... debería echar más brazos y pecho para marcar camiseta... alomejor entonces sería más atractivo... naaaaah, que va, no hay manera con esta nariz...

Días y días pasaron sin que pudiera hacer nada al respecto... empezó a llover más fuerte, se nubló todo aún más, todo estaba encharcado, parecía que el cielo llorase para provocar su llanto... las cosas no mejoraban y se sentía peor.
En las noticias no dejaban de repetir lo malas que iban a ser las consecuencias para los alérgicos (condición que compartía), también hablaban de crisis, de volcanes que hacían peligrar sus viajes (los pocos de los que podía disfrutar), de desempleo (de nuevo, situación que compartía), de guerras, de muertes, de sequías e inundaciones, de vertidos de petróleo, de manipulación política, de conspiraciones... era como si el mundo conspirara para que nada pudiera mejorar no importase cuanto se esforzara.

No podía evitarlo.

Pero derrepente paró de llover, salió el sol...

Comprendió que había sido uno bobo, que se había fijado en la superficie de lo que rodeaba, solamente en la maldad de la gente, en su crueldad... la lluvia había adormecido su ilusión, su vida... pero el león tiene que dormir para recuperar fuerzas, pensó.

Ahora no podía evitar levantarse y sonreír al sonido de los pájaros, de quedarse embelesado con el color que reflejaba la luna llena sobre toda las plantas del parque, de reir en soledad mientras fumaba de ese tabaco de liar a la luz de luciernagas, de mirar las flores como no las había mirado nunca, con asombro, con respeto y admiración, fotografiaba sus hojas, los animales que en ellas se posaban, adoraba la luz del atardecer a las 21:30 de la tarde, el viento cálido que traía el sonido de los grillos... le encantaba vivir en aquel pueblo tan lejos de la ciudad, del progreso, de las fiestas... CON EL RUIDO NO SE PUEDE APRECIAR LA PAZ QUE DA EL SILENCIO.

Entonces lo comprendió todo, debía llover para regar los campos, debía estar nublado para favorecer la humedad y que esta filtrara el agua en la tierra, debían existir los días grises para que la sonrisa, la felicidad y el asombro volvieran a su vida... ahora era todo precioso, la noche, el dia, la lluvia, su nariz, rasgo que le hacia diferente y resaltaba su sangre indigena, le encantaba su pecho y sus abdominales superiores, y poder levantar su peso en la portería del parque sin esfuerzo alguno, le encantaba ser fuerte y resistente, le encantaba tener poca suerte con las mujeres porque ya no le tratarían como un objeto, ni el a ellas, aprovecharía las sonrisas complices, los nervios de un "hola", le encantaba el tabaco barato que fumaba, las chanclas con las que sentía el calor de la mañana, aquellos pantalones que quería cambiar con los que ahora se sentía tan cómodo...

No podía evitarlo.